Diálogos Alcoyanos (III). Los olores en la calle de San Roque

El periódico «La Patria Chica» incluía entre sus páginas una sección titulada «Diálogos Alcoyanos», en la cual, con algo de humor, recreaban conversaciones entre dos personas sobre los temas de actualidad y quejas dirigidas al gobierno municipal. Estos extractos nos sirven para conocer las preocupaciones cotidianas de aquel momento, y de una manera más cercana.


El diálogo de hoy trata sobre los malos olores que se experimentaban en la calle de San Roque, debido a que la gente tiraba basura y hacía sus necesidades allí mismo…

– Déjeme Vd. respirar siquiera un instante D. Luís; esta bendita calle de San Roque, es capaz de poner a prueba los pulmones del más fornido y ancho atleta. Mire Vd., mire Vd. D. Luís, cuantos caprichos de bisutería o deshechos digestivos, esparcidos por el suelo ¿y qué finalidad tienen esos altos relieves?
– Me sorprende la pregunta D. Paulino: pues la de enriquecer el ornato público en Alcoy.
– ¡Uuuffff!
– No se tape Vd, la nariz que no podrá respirar.
– Pero amigo D. Paulino, si esta calle es un escusado público, qué caprichos de bisutería ni que porras; Vd. me ha estado bromeando: lo que hay esparcido por el suelo, aunque parezca mentira, son heces ventrales.
– Pero ¡hombre! D. Luís, ¿en donde está la policía urbana en este pueblo?
– Pues escrita en las Ordenanzas Municipales.
– ¿Pero de qué sirven las disposiciones de las tales Ordenanzas si no se cumplen?
– Pues… de nada.
– ¡Hombre me gusta la frescura: y ¿porque no llama Vd. la atención de la Alcaldía, en su periódico, sobre estos lamentables abusos, que convierten en un corral, esta es la frase, una de las calles de Alcoy, que no por ser subalterna, ha de estar tan abandonada?
– Pues, por una razón muy sencilla, amigo D. Luis; porque lo mismo he de tener llamando la atención de la Autoridad, que callando; porque además de no conseguir nada, lo único que ganaré será, el que tal vez digan, que soy un periodista chinche, que estoy continuamente molestando la atención de la Autoridad, con bagatelas tan insignificantes como la que nos ocupa.
– ¡Y a espectáculos semejantes habrá quien llame bagatelas!… mire Vd. mire Vd. allí un montón de cortezas de habas. Nada; que está convertida esta pobre calle en un estercolero publico.
– Pero ¿y los municipales D. Luís, donde están los municipales?
– A ver D. Paulino, que me traigan a los municipales, porque eso mismo digo yo. ¿Donde están esos municipales, don Paulino? que se presenten.
– ¡Hombre! le suplico Vd, que escriba una gacetilla sobre el particular; porque estoy seguro, D. Luís, que la Autoridad, en el momento se aperciba del abuso que Vd. denuncie, dará las ordenes oportunas para que lo eviten a los señores del pantalón azul, que estén de punto en tan abandonada calle, además de su correspondiente rapapolvo.
– ¡Corriente! por dar gusto a Vd. escribiré la gacetilla que me indica; pero ya verá Vd. como conseguirnos lo mismo que hemos logrado en tantas otras cosas, cubre las cuales hemos llamado inútilmente la atención; es decir, cero.
– No importa hombre, no importa. La misión del periodista, es llamar la atención de las autoridades sobre todo aquello que lo consideren necesario; y si estas, no hacen caso, no por eso el periodista ha dejado de cumplir con su deber.
– Como se pide, pues, D. Paulino, como se pide. En el primer número que salga de LA PATRIA CHICA, haré la denuncia.

La Patria Chica, 19 de mayo de 1898

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